lunes, 21 de febrero de 2011

Palazón en Cuenca 2


Decididamente, nos gusta el tren

Gloria a Dios en los cielos, y en la tierra paz...
como decíamos ayer, palazón sigue pegado a mi cráneo mientras después de recoger todo, dispongo de un rato de asueto. cuánto cuesta a veces que se acuesten los chicos...
Misa de once en San Pedro
plano...
...y contraplano. Suena el Ave María

bueno, que hemos llegado a cuenca. la iglesia nos espera blanca con su cúpula del diecinueve y en plena restauración del veintiuno. es una iglesia preciosa y nos subimos al coro, todos menos pía que con esos escalones no puede. ensayamos deprisa. la luz es muy blanca, y hay una especie de dulzura en el aire. La misa no es de las solemnes: hay poca gente y el cura tiene prisa. además, ha visto el programa de román y ha decidido que hoy el show lo damos nosotros. Así que cantamos, y cantamos bien. Al menos, al terminar el Ave Verum, tengo la sensación de que estoy casi, casi, a punto de creer. Es de lo más cerca que he estado y analizo por qué. Estamos las contras, pegadas a la barandilla, todas, también Belén; y los tenores enfrente, con francisco que me pone caras...Román al órgano, que ahora ya se atreve con todos, y una cúpula blanca y luminosa y un altar abajo con un cura que no entiendo, gracias a la reverberación de la megafonía. Enfrente tengo a Abilio, que canta como si no hubiera mañana. luego coincidiremos en el paseo y en la comida sobre cosas esenciales: en que hemos cantado bien por una mezcla de relajación y de concentración que daba el punto ideal. A la vez que no sentía ningún compromiso con el mundo de abajo, sí lo sentía al mil por cien con los que estábamos ahí haciendo música.
qué bien se está al sol!

un grupo alegre y variopinto

Luego vino un paseo y la visita a la catedral. Aparte de Cuenca, que todos sabemos que es una monada, lo mejor fue descubrir a las personas...que hay detrás de las personas, es decir, a los consortes de mis compañeros de coro. Y he de decir después de la experiencia que el refrán es cierto: después de cada gran hombre, hay una gran mujer ...con mucha paciencia.
Aparte de Goñi que traía tres, el complemento habitual de los coralistas es una santa. Y son todas geniales, fantásticas, fumadoras, charlatanas y divertidas. Olé por ellas. Y por ellos, pues hubo tres acompañantes masculinos de los cuales mi favorito es Javi, el chico de belén. No sólo es guapo y hace unas fotos espléndidas, es que además es perrista como yo. (y de los perros no volveremos a hablar más hasta que despierte la jenny porque roman se enfadó conmigo porque aunque no llevé al perro seguía queriendo llevarlo...os confieso que me alegré de no llevarle, cuando vi que hubiera tenido que pasarlo por ese aparato de seguridad de rayos x: me imaginaba el esqueleto del perri a la vista de un segurata...ni hablar!)

en fin, volviendo al día...Comimos muy bien en el parador. Raciones escasas, como si la nueva cocina aun estuviera de moda, pero se lo perdonamos porque hubo muchos platos y corrió el vino. Carina nos obsequió con un precioso imán de recuerdo, Francisco se subió al púlpito y nos hizo reír con sus ocurrencias versadas, cantamos un cumpleaños feliz afinado (cosa MUY poco frecuente en la vida real) y ya todo fue un charlar, pasear y risas con unos y con otros. Goñi en su siesta, excelente conversación con Enrique que empezó versando sobre las fuentes de energía y acabó con las normas de cortesía en Japón...Ricardo y Román discutiendo sobre la conveniencia de un sol en un acorde en La mayor.
la siesta del bajo en el parador
Con tan delicioso público, mi vena de payasa se exalta: en la estación les cuento a las chicas diversas teorías como por qué me parece que estaría bien en la cárcel o la conveniencia de que las mujeres nos dejemos, por fin, el bigote. (Quedo a vuestra disposición para explicároslas, si tenéis interés).

Total, que cansados y contentos, nos subimos al tren que en menos de una hora nos llevará a Madrid. Concha y yo, convencidas de que vamos en el coche 10, intentamos desalojar a los legítimos propietarios de los asientos...hasta que descubrimos que vamos en el 9. Risas.
En fin, que ha sido una jornada memorable y risueña, y que me ha encantado compartirla con vosotros. Muchas gracias, Román, por la ocurrencia y la organización.
Y esta tarde, ensayo.

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